Se caso por amor, como todas.
No sabia en que momento, la cosa empezó a ir mal. Ni sabía cuando apareció el demonio, que él se había convertido.
Poco a poco comenzó a insultarla, a decirle que no hacia nada bien; cuando no era una comida que sabia mal, era una camisa con una mancha... No le gustaba que iría con sus amigos, pero él no pasaba más de un día sin ver a los suyos. Le decía que ropa ponerse y hasta cuando podía ir a la peluquería.
Ella, seguía queriéndole y siempre encontraba una disculpa para él: Trabaja muchas horas, es normal que cuando llegue a casa esté cansado y de mal humor; es lógico que quiera despejarse un poco con sus amigos... y así poco a poco...
Habían pasado las 10 de la noche. Hoy no estaba dispuesta a saber que pasaría cuando él llegase, ni quería saber, si estaría bebido o si estaría enfadado.
Estaba en la habitación y se sentó en la cama, al lado de la maleta que tantas veces había echo... pero que esta vez no estaba dispuesta a deshacer. Hoy estaba decidida; pero de nuevo se puso a pensar si hacia bien. ¿Que pensaría la gente?; él para la mayoría, era un hombre encantador, siempre dispuesto a ayudar, continuamente con una sonrisa en los labios; para todos, menos para ella. Últimamente, más de una vez la había pegado, y ella no quería convertirse en un numero, esa cifra que año tras año, va sumándose a la cuantía de víctimas por malos tratos.
Ella, estaba viva y quería seguir así por muchos años; anhelaba su libertad. Y esta vez no quería convercerse de que hacia mal, porque no era cierto.
Tomo el poco equipaje que tenia. Cerro la puerta, bajo las escaleras y salio del portal.
No sabia en que momento, la cosa empezó a ir mal. Ni sabía cuando apareció el demonio, que él se había convertido.
Poco a poco comenzó a insultarla, a decirle que no hacia nada bien; cuando no era una comida que sabia mal, era una camisa con una mancha... No le gustaba que iría con sus amigos, pero él no pasaba más de un día sin ver a los suyos. Le decía que ropa ponerse y hasta cuando podía ir a la peluquería.
Ella, seguía queriéndole y siempre encontraba una disculpa para él: Trabaja muchas horas, es normal que cuando llegue a casa esté cansado y de mal humor; es lógico que quiera despejarse un poco con sus amigos... y así poco a poco...
Habían pasado las 10 de la noche. Hoy no estaba dispuesta a saber que pasaría cuando él llegase, ni quería saber, si estaría bebido o si estaría enfadado.
Estaba en la habitación y se sentó en la cama, al lado de la maleta que tantas veces había echo... pero que esta vez no estaba dispuesta a deshacer. Hoy estaba decidida; pero de nuevo se puso a pensar si hacia bien. ¿Que pensaría la gente?; él para la mayoría, era un hombre encantador, siempre dispuesto a ayudar, continuamente con una sonrisa en los labios; para todos, menos para ella. Últimamente, más de una vez la había pegado, y ella no quería convertirse en un numero, esa cifra que año tras año, va sumándose a la cuantía de víctimas por malos tratos.
Ella, estaba viva y quería seguir así por muchos años; anhelaba su libertad. Y esta vez no quería convercerse de que hacia mal, porque no era cierto.
Tomo el poco equipaje que tenia. Cerro la puerta, bajo las escaleras y salio del portal.
No estaba segura muy bien a donde ir, pero si sabia que hoy por fin era libre.
Una lágrima, atravesó su rostro, pero esta vez era de felicidad.