Marzo del 2008. Los vecinos de la calle de la Tramuntana de L'Ametlla del Vallès empiezan a notar un fuerte olor de aguas residuales y putrefactas. Todo coincide con la puesta en marcha de la estación de bombeo del polígono Monguit. Por motivos inexplicables, alguien ha conectado las cañerías de los residuos industriales, repletos de componentes químicos y animales, con la canalización de dos hogares. Una de esas casas es la de Isabel Martínez, donde los vapores que emanan de los inodoros y los lavabos empiezan a causarle migrañas y una neumonía. Después llegan una fibromialgia y un síndrome de sensibilidad química múltiple.
Al menos, esta mujer de 52 años acaba de recibir este mes una buena noticia. Jaume Cortés, abogado del Col·lectiu Ronda al que Isabel acudió para que le ayudara a denunciar el caso, ha logrado que el Juzgado de lo Social número 3 de Barcelona les haya dado la razón y haya dictado «la primera sentencia de España que reconoce una invalidez por un accidente ambiental», según el letrado.
En el caso de L'Ametlla había otra casa afectada. «Era la de una mujer de más de 90 años que falleció de neumonía 30 días después de aparecer los olores sin que los médicos ayudaran a relacionar la muerte con los residuos», logró recordar Isabel. También le vino a la memoria que fue su marido quien tuvo que solucionar el problema con la instalación de arquetas.